Vet aquí un escrit per als meus amics i coneguts que viuen per les terres d'Espanya, i per a tothom que el vulgui llegir.
Soy catalán e independentista. He
pensado siempre mucho en España: desde pequeño, cuando contrastaba las
enseñanzas de la escuela con las explicaciones de mis padres, y de mayor,
interesado por la historia. Considero que hay dos comportamientos de España que han sido muy iterativos durante siglos: la expansión y el
rechazo. La expansión: la España de raíz castellana ha querido ser más grande, más extensa que la
Península que la acoge. Ha querido ser imperial. Y el rechazo: ¡Árabes fuera!
¡Moriscos fuera! ¡Judíos fuera! ¡Republicanos fuera! Ha excluido las
colectividades que no comulgaban con ella. ¿Por economía? ¿Por ideología? Tanto
da. Ha sido así.
Hay una realidad de la Península
ibérica que ha marcado la historia de los que vivimos en ella: nos han llegado
pueblos y culturas desde los tres mares: del Mediterráneo por el este y por el
sur, del Atlántico por el oeste y del Cantábrico por el norte. Nuestra Península
ha sido recipiente de las principales culturas que discurren hoy por el mundo, que han cuajado ahí de una manera u otra (celtas, godos, musulmanes, judíos, franceses,
americanos…). La Península ibérica es un mosaico de historias, culturas,
lenguas, condiciones geográficas y climáticas totalmente diversas (Euskadi,
Cataluña, Galicia, Andalucía, Castilla…). Nuestra Península continua hoy siendo un
puerto de llegada de múltiples culturas y pueblos (en Barcelona se hablan hoy
trescientas lenguas). Nuestra Península puede ser punto de encuentro de nuestro mundo. Meeting Point. Lo contrario
de la expansión y el rechazo: la recepción del que viene y el aprecio a las
tierras entre los Pirineos y el Estrecho.
¿Por qué no deja España de pensar
en unidad férrea y sagrada y en pluralidades superficiales? ¿Por qué no se pone
ya a pensar en diversidad auténtica (somos diferentes de verdad y estamos en el
mismo recipiente de culturas del mundo) y sobre todo, en un proyecto común: ser
uno de los principales Puntos de encuentro del mundo? Ofrezcamos —además de sol
y playa— paisajes de pluriculturalidad auténtica, recursos de salud y descanso, experiencia técnica,
sabiduría, acogida, convivencia, respeto y aprecio a la diversidad … Tenemos de todo esto y mucho. Muchísimo. Y de
todo esto falta en medio mundo. Somos punto de encuentro turístico, es cierto. Pero hay
que ser más. Punto de encuentro de técnicos de tanta experiencia agrícola e
industrial como la que hay. Punto de encuentro de sabios de salud, de economía,
de ciencia, de técnicas de todo tipo. Punto de encuentro de expertos en ciencias humanas y sociales. Etc.
Etc.
¿Lo han pensado bien? ¿Han visto
lo que nos ha dado la historia? ¿Han visto lo que somos unos y otros? ¿Admiten de verdad que la
diversidad es una oportunidad y no una amenaza? ¿Han visto lo que podemos ser
para el mundo? Yo creo que no, que no lo han pensado bien.
Soy independentista. Me genera
ilusión. Me quiero marchar de una España que me genera disgusto, que ni me
quiere como soy (lo escucho a menudo en la tele y la radio: uf! un catalán que
habla, escribe y enseña catalán), que solo me acepta si no parezco catalán (como me ocurre cuando vengo a veros), ni tampoco veo que en este siglo XXI quiera atar su
arado a ninguna estrella que cuente con la inclusión y la diversidad. No soy político ni economista, ni ideólogo. Y quizá por
esto no me hagan caso. Pero he querido mostrarles que yo sí veo una estrella y un arado para
un futuro donde se elimine la palabra orgullo (que supone siempre despreciar a
otros) y menudee el uso de la riquísima palabra satisfacción (que no impide que
la tengan también los demás). Acepten la diversidad real. Quieran que seamos
diversos. Sin miedo. Si lo hacen y además miran lo que somos (gentes de tierras de acogida) y asumen el proyecto que el mundo nos reclama (ser punto de encuentro de diversidades), me tendrán de
compañero de viaje. Mientras, me mantengo en desear ser solo su vecino.
Jordi Esteban. Profesor de
adultos.
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